Publicado el 04/07/2008, por Óscar Ramón, Subdirector de Innovación y Estrategia Tecnológica de Educaterra
El aprendizaje es una actividad que está presente a lo largo de toda nuestra vida.
Cada nueva vivencia nos deja una pequeña píldora de conocimiento que incorporamos a nuestro saber, y esta asimilación de conocimientos tiene a menudo lugar en los sitios y en los momentos más variados, y a menudo imprevistos. La formación es en realidad, y por naturaleza, ubícua.
Hace ya cerca de 10 años que se acuño el término eLearning para denominar a las actividades formativas realizadas a través de -o con ayuda de- la Red. Esta forma de aprender es hoy una realidad ampliamente extendida tanto en el campo de la formación reglada (la impartida en institutos, universidades, academias y escuelas) como en el campo de la formación corporativa (la facilitada por las empresas a sus empleados para su mejor desempeño y evolución profesional).
Podrían citarse infinidad de casos que pongan de manifiesto esta extensión del eLearning, como la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en el campo de la formación reglada (cuenta con más de 20 titulaciones, unas 700 asignaturas y varios masters oficiales para sus cerca de 50.000 alumnos) y el Servicio a+ de Telefónica, que desde 1999 imparte formación corporativa a cerca de 200.000 empleados en más de 20 países.
En las primeras fases de la expansión del eLearning se decía que este servicio suponía llevar la formación fuera de las aulas, permitiendo al alumno aprender en cualquier momento y desde cualquier lugar. Pero lo cierto es que cambiaba esas ataduras por otras: la necesidad de disponer de un ordenador, una conexión a la Red y, además, que todo ello funcionase bien. Esta visión del eLearning reproducía la actividad formativa llevada a cabo en las aulas: un profesor, un conjunto de estudiantes, unos materiales educativos, unos plazos, unos objetivos, unas evaluaciones y unas herramientas de comunicación. Por lo que el eLearning siguió buscando mayores grados de libertad, que le permitieran acompañar al individuo en cada vez más actividades de su aprendizaje.
Y en ese proceso de romper ataduras, un paso muy relevante fue la aparición del mobile learning (mLearning). Concebido como un acceso a servicios formativos desde dispositivos móviles, el mLearning ha supuesto un salto importante en el avance hacia la ubicuidad de la formación. A pesar de que se vio también muy limitado, sobre todo al principio, por las características de los terminales (pantalla pequeña, escasez de memoria, teclado restringido), el mLearning ha ido ganando en importancia y en uso apoyado precisamente en la superación de esas limitaciones: terminales con mayor capacidad tecnológica y aumento de la velocidad de conexión, junto al abaratamiento de la misma. Este crecimiento también se ha apoyado en la expansión del uso de dispositivos tipo PDA. Poca gente adquirirá una PDA para formarse, pero si ya la tiene, el paso natural es que la utilice también en su formación.
Éste es el origen de lo que hoy queremos llamar uLearning, (ubiquitous learning) o formación ubicua: el conjunto de actividades formativas, apoyadas en la tecnología, y que están realmente accesibles en cualquier lugar. Hay quien trata de definir el uLearning como la suma "eLearning + mLearning", pero esa parece una visión un tanto restrictiva del aprendizaje apoyado en la tecnología. El uLearning no debe limitarse a la formación recibida a través del ordenador o de nuestro dispositivo móvil.
Al igual que en la vida real es posible aprender mediante la recepción de información y asimilación de la misma, el uLearning debe incorporar cualquier medio tecnológico que nos permita recibir información y nos facilite asimilarla e incorporarla a nuestro saber personal. Por tanto, debemos también incluir dentro de este concepto a un elemento tan habitual en nuestra vida cotidiana como la televisión. Los servicios interactivos, otorgan a este medio la flexibilidad que la formación podía requerir para ser efectiva.
Demos otro paso en incorporar variantes a nuestro uLearning: la llamada Web 2.0. Se engloba dentro de este término a aquella parte de la Red que está generada por los propios usuarios. Aquí, los usuarios pueden publicar y hacer llegar mensajes a una audiencia impresionante prácticamente sin coste. En definitiva, se trata de facilitar la presencia de la tecnología en todos los momentos y en todas las situaciones en los que una persona puede agregar un nuevo conocimiento a su saber personal.
La posibilidad de aprender de una persona cuando trabaja con su ordenador, tiene a mano un dispositivo móvil, se sienta frente al televisor o está compartiendo la web participativa constituye lo que hoy por hoy puede ser el objetivo del uLearning. Pero esta libertad aún no es total. Los usuarios pueden escoger entre una creciente, diversa y económicamente accesible oferta de servicios y dispositivos, mientras que la inmadurez y la falta de estándares que trate de unificarlos dificultan y encarecen la creación de servicios y contenidos formativos, y de las herramientas que permitan gestionar toda esta variedad formativa.